El autor no decepciona, es un valor seguro, que va mejorando
en cada una de sus entregas , siendo este libro junto con “Los otros” , una
lectura deliciosa y consoladora , es una proclama de que los guardianes existen
, sólo hay que escucharles . A través de sus páginas ,se van desgranando los
testimonios de personas que han tenido el encuentro con ese Ángel de la Guarda,
con ese guardián protector, con esa voz que advierte de un peligro inminente
que nos salva.
Estas figuras siempre nos han acompañado y Javier Pérez Campos nos describe los distintos
nombres y formas en los que se nos presentan
estos protectores, estos ángeles,
que quizá todos tenemos .
Se pueden presentar como sombras agazapadas, damas,
fantasmas de la aviación, almitas, genios de sepulturas, revelaciones en la
montaña, avisos de difuntos, fuerzas poderosas, monjas, ángeles de hospital,
gente antigua, extraños mendigos…pero lo importante es que están ahí, acompañándonos desde el principio de los tiempos, aparecen ya representados en
las cuevas, en sus pinturas, en petroglifos en muros de piedra, en jeroglíficos
y escritura cuneiforme, en cuadros y esculturas, en dibujos ….
A partir de su maravillosa introducción, antesala del
delicioso viaje que nos espera, nos hace partícipes del mensaje de esperanza y belleza,
sólo hay que saber escuchar, tener fe, creer.
Siempre me han gustado las
historias de la montaña, como montañeros y alpinistas que han dejado sus vidas
allí , siguen presentes para poder ayudar a otros a que no corran su misma
suerte y, como momias congeladas en el
tiempo, se convierten en símbolos , se
convierten en esperanza a pesar de que ellos la hayan perdido, como sombras,
figuras que, acompañan al herido para que espere, para que no se dé por vencido, para que tenga
esperanza, tenga fe , y de esa forma poder seguir viviendo como testimonio
viviente de que ellos existen, que ellos nos acompañan , que no todo acaba aquí, como ese “ Botas verdes”
o “el saludador “ que permanecen en esa montaña que tanto amaron y que se
apropió de ellos para siempre, como una
enamorada celosa que quiere estar con su amado por toda la eternidad y eso es
lo que les da, eternidad.
Me quiero detener en estos dos personajes y que siempre me han llamado la atención, son como esas viejas historias
de montaña que se cuentan alrededor de un gran fuego , y que me gustaría
destacar en estas líneas, uno de ellos es "Botas verdes o Green Boots" , que
es el apodo dado al cadáver de Tsewang
Paljor, un alguacil indio que murió de frío junto a otras siete personas y se
convirtió en uno de los puntos de referencia de la principal ruta de ascenso de
la arista Noreste del monte Everest. Con sus botas de montaña de color
verde, no hay expedición que ascienda desde el lado norte que no se encuentre
con su cuerpo, acurrucado, como dormido en el tiempo, a 8.500 metros.
¿Y " el saludador" ? Yace en la montaña desde 1997 y se
encuentra en los primeros tramos de la ascensión, con esa forma en la que se
encuentran sus brazos, como en un macabro saludo.
Se habla de más de 200 cadáveres que se encuentran en las
cumbres del Everest, pero se desconoce el paradero de unos 150 cuerpos, quizá
enterrados en la nieve, o en recónditos lugares a los que no hay acceso.
El autor, insultantemente
joven, como dice su quizá tutor y maestro @navedel misterio, con su
enorme potencial investigador, cómo a través de su buen hacer , consigue,
incluso de las personas más remotas y complicadas, hacernos llegar su
testimonio, como es el caso de Ron Di
Francesco.
Es un libro que nos envuelve, nos acaricia, nos hace un llamamiento
de esperanza y amor, que no todo está perdido , que siempre hay que intentarlo
y luchar hasta el final.
Recomiendo toda la bibliografía del autor: En busca de lo
imposible, Los ecos de la tragedia, pero especialmente, en mi opinión, Los
otros y estos guardianes que,
“Aparecen
en los límites de la vida, cerca de tu último aliento. A veces son sólo una
voz. Otras, una presencia. Te guían, te ayudan y luego…desaparecen”
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